Las emociones son circuitos del celebro que juzgan valores y crean motivaciones. Están diseñadas para mantenerte vivo y reproducir tus genes.
Hay que destacar que las distintas emociones no tienen por qué ser congruentes entre sí. Puedes sentirte feliz y a un tiempo decepcionado por una misma cosa. Puedes sentirte a gusto con la compañía de alguien que te resulta sexualmente indeseable. Puedes añorar algo y sentirte infeliz cuando lo consigues. No es necesario que esas emociones ―y los comportamientos que generan― sean lógicamente consecuentes; sólo importa que hagan posible la reproducción de tus genes.
¿Que quieren las mujeres? Sus variados deseos y motivaciones entran en conflicto frecuentemente. Puede que deseen un hombre fuerte y alfa, pero cuando lo consiguen suelen tratar de transformarlo en un beta, poco a poco, como un instinto natural y subyaciente. Si tienen éxito, se regocijarán en su poder femenino, pero a la vez lo encontrarán como resultado menos atractivo.
¿Puede así llegar a ser feliz una mujer? Eso no importa. En el gran esquema de todo esto, sus emociones no tienen por qué hacerla feliz. Todo lo que han de hacer es mantenerla viva, conseguir que se case y un embarazo con el hombre adecuado.
Es cierto que algunas veces puede resultar frustrante que su comportamiento esté gobernado por sus emociones. Pero existe una manera de utilizarlo en nuestro beneficio. A través de la experimentación, podemos descubrir el mecanismo que reside detrás de su comportamiento, y a través de la práctica podremos controlarlo sistemáticamente.
Practicar el juego no es diferente a lo que ocurre en la película El día de la Marmota, donde Bill Murray revive el mismo día una y otra vez durante lo que parecen años. Cada día intenta ligarse a la misma chica, y sus respuestas son diferentes, conforme intenta nuevas tácticas. Con el tiempo sus habilidades mejoran y consigue acercarse a su meta.
Si los interruptores correctos se activan, ella sentirá atracción y no tendrá elección. De manera similar, si los interruptores incorrectos se activan, perderá su atractivo para ella. Podría incluso sentirse decepcionada de que suceda.
Esto significa que su respuesta no tiene nada que ver con quién eres tú como persona. No se trata de quién eres. Es sólo una respuesta a tu táctica, tu declamación y otros factores. Se trata sólo de un juego. Viendo esto es como en la metáfora del juego logramos separar completamente nuestro ego de las respuestas que obtengamos.
La gente no suele ser consciente de cuales son las sutilezas de su propio comportamiento que generan esas respuestas. Algunas veces, por probabilidad aleatoria, suceden las cosas adecuadas, la respuesta correcta se produce y hasta un tonto consigue a una mujer. Suele decirse a sí mismo: “He tenido suerte”. Y ciertamente la ha tenido.
Vamos a examinar con más detalles algunas de las motivaciones que residen trás los comportamientos de las mujeres y algunas de las maneras en las que podemos sacar ventaja de esto.
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